El hierro es un mineral indispensable para el crecimiento y desarrollo del cuerpo. Desempeña funciones vitales, como transportar oxígeno a través de la hemoglobina y mioglobina, así como participar en la producción de hormonas y tejido conectivo1. Sin embargo, la deficiencia de hierro es una de las deficiencias nutricionales más comunes del mundo2. Se estima que un tercio de la población global tiene deficiencia de hierro3.
Existen etapas de la vida en las que somos más susceptibles a sufrir de deficiencia de hierro. A continuación, mencionaremos algunas de ellas:
Niños: El hierro es necesario para diversos procesos que afectan el crecimiento y comportamiento de los niños. Sin embargo, esta población está en riesgo de deficiencia de hierro debido a su rápido crecimiento y limitadas fuentes de hierro en su dieta4.
Mujeres en edad fértil: Para las mujeres en edad fértil, las menstruaciones intensas llevan a pérdida de sangre, lo que aumenta el riesgo a padecer anemia por deficiencia de hierro5. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 30% de mujeres en edad fértil entre los 15 y 49 años se ven impactadas por este problema6. Sin embargo, en muchos casos las mujeres subestiman y normalizan síntomas como el cansancio, dolor de cabeza y falta de concentración, lo que las lleva a no tratarla ni suplementarse a tiempo.
Mujeres embarazadas: Durante el embarazo el cuerpo necesita de hierro para producir más sangre y proveer oxígeno al feto. Si el cuerpo no cuenta con suficientes reservas de hierro o no obtiene la cantidad adecuada, puede sufrir deficiencia de hierro, lo que aumenta el riesgo de parto prematuro, bajo peso al nacer del bebé e incluso depresión postparto.7.
Adultos mayores: Las personas mayores de 65 años pueden no obtener tanto hierro como necesitan debido a que ingieren menos comida8.
El primer paso y más importante es identificar los síntomas - como el cansancio, el dolor de cabeza y la falta de concentración - y no normalizarlos. Una vez identificados, es importante ir al médico para que pueda realizar el diagnóstico correspondiente. Una forma para identificar la anemia es a través de exámenes de hemoglobina en sangre, donde los valores normales en mujeres no embarazadas deben ser mayores a 12 g/dL9.
Si se diagnostica deficiencia de hierro, el médico debe dar las recomendaciones para su tratamiento, entre el que se puede incluir la ingesta de suplementos de hierro.
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